domingo, 5 de junio de 2011

La idea de fugarse aparece un día, de repente, y entonces nos reprimimos. En ocasiones, se presenta una sensación parecida a cuando uno está al borde de un precipicio, o quizás al sostener un cuchillo. Pero, por mucho que queramos ser libres, nos aferremos a nuestras cadenas pero no. Ya es demasiado tarde; y todos nuestros pensamientos nos llevan a soltarnos de ellas, a levantarnos y caminar, para no volver jamás. Inconscientemente, empezamos a prepararnos para nuestro viaje. Entonces es cuando llega esa sensación que trato de transmitir. Únicamente estamos aquí para los demás. Las cadenas y los lazos que teníamos con los demás comienzan a debilitarse, y conforme pasa el tiempo, ya no existen estos lazos. Estamos solos, sí. Pero libres. Cuando nos hemos dado cuenta de que sobramos en la celda, sólo nos queda abrir la puerta, no importa que miremos atrás, ya no hay nada, todo está delante. La larga noche se prepara, coqueta y en el frío aire se respira libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario